viernes, 17 de agosto de 2007

Perra suerte

Seis y cuarto de la mañana. Estás esperando el colectivo. Esperás como veinte minutos y no viene. Pasan diez minutos más y nada... hasta que por ahí lo ves venir... treinta segundos antes de hacerle señas llega a la parada una mujer, y como buen caballero que sos, cuando el colectivo estaciona, le cedés el paso para que suba primero. La mujer se sienta en el último asiento que quedaba vacío y vos te quedás parado como un gil esperando que alguno se baje. Y a las cuatro cuadras se baja el del segundo asiento doble por la puerta delantera y cuando vas a agarrar el asiento sube una viejita con bastón y como buen caballero que sos te hacés el boludo y dejás que se siente. Despacito, como midiendo posibilidades y apostando a las caras con probabilidad de descender, te vas yendo para el medio del colectivo. Efectivamente tres paradas más allá se baja la del cuarto asiento doble dejando un lugar vacío. Como también baja por adelante esperás para ver si sube alguien. No sube nadie. Vas despacio hacia el asiento y te sentás pero en la parada siguiente sube una embarazada con su esposo. Maldita suerte, en los asientos delanteros, además de la viejita que está mirando por la ventanilla, viajan tipos dormidos, estudiantes leyendo y otras mujeres... y como vos sos un caballero, te levantas para cederle el asiento. Justo se baja también la que ocupaba el de al lado así que también se sienta el esposo de la embarazada. Y volvés al medio del colectivo hasta que, tres paradas después sin que haya subido nadie, se desocupa el primer asiento individual detrás del chofer, vas directo a tomar el asiento pensando que es imposible que suba alguien de sexo femenino... y efectivamente no sube ninguna mujer... pero sube un ciego. Bajás siete paradas después sin que haya subido nadie. Junto con vos bajan la viejita, la embarazada, su esposo, el ciego y cuatro o cinco más. Y el colectivero se va con el coche medio vacío cagándose de risa.

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