miércoles, 10 de diciembre de 2008

El loco, su chica y las pastillitas

Bueno, me atrasé con el relato que prometí, pero aquí va. Era común por aquellos días organizar los fines de semana en alguna casa de familia los nunca bien ponderados "Asaltos", que eran unos bailecitos tipo matinee que comenzaban a eso de las siete u ocho de la tarde y terminaban -en el mejor de los casos- a la una o dos de la mañana. "El loco" era uno de nuestros amigos... y había organizado un asalto al que nosotros no podíamos dejar de asistir ya que teníamos un pedido muy importante que entregar... "el loco" estaba re enamorado de una damisela, muy linda piba para ser sincero... y "el Dogor", que ya desde entonces mostraba su malicioso ingenio para las bromas pesadas, le hizo creer que él podía proporcionarle una pastillita que puesta en la bebida de la dama provocaba un estado de ensueño y calentura total haciéndola arder en deseos por quien estuviera enfrente de ella, claro que esto debía acompañarse de un perfume muy especial, el patchouli, que era -según comprobaciones científicas- un fuerte afrodisíaco. En realidad el perfume era una truchada que inventamos mezclando lo que quedaba de una botellita de Fitippaldi que era mío, y el resto de un Mc Gregor que era de otro de los muchacho. Era una porquería pero a los efectos de concretar la joda venía como anillo al dedo. El loco nos recibió con su porte canchero y una sonrisita que evidenciaba su ansiedad y sin preambulos pregunto si traíamos "el asunto". El Dogor le entregó una bolsita que contenía un frasquito con el perfume y tres pastillas de color gris oscuro (eran pastillas de carbón)... y en ese preciso momento comenzó a darle las indicaciones... Entramos al Asalto el Dogor, el Cabezón, Gisco y yo... y nos amuchamos en un rincón para hacer "rostro" que era algo así como estar parados como 4 pelotudos para que todos se enteraran que habíamos llegado y pudieran vernos allí parados... como 4 pelotudos, obviamente... pero bueno, el caso es que comenzamos a buscar con la mirada al loco para ver si le entregaba el vaso de bebida con la pastillita a su pretendida dama... no lo veíamos por ningún lado hasta que por ahí, como quien ya no espera nada, lo vemos que sale con dos vasos tipo trago largo, sorbete, rodajita de naranja, espectacular la pinta del trago... se dirige hacia ella, falta poco, muy poco, y una mano lo sorprende al tiempo que dice "Gracias"... el loco, sorprendido, no pudo decir ni "mú" mientras veía como el lungo Greco bebía de una el trago que contenía la pastillita... el loco comenzó a desesperarse, nos buscó con la mirada, nos encontró y se vino al humo, acalorado, temeroso, fastidiado... "Muchachos, muchachos... hoy nos cojen a todos... el lungo Greco me tomó el trago con la pastillita"... las risas eran inaguantables... pero el objetivo era otro y el Dogor sacó una de la galera... "Pará gil... no te hagas problema... la pastilla no surte efecto en hombres" El alivio del loco fue inmediato, el corazón le volvio a latir mas despacio y los huevos bajaron de su garganta, mientras el dogor agregaba: "Ahora andá a preparar el trago otra vez, ponele la pastillita y dásela a la naifa que esta noche se te da guachito, dale, andá loquito" El loco volteaba del olor al perfume berreta que hacía de patchouli, pero estaba tan entusiasmado que eso le pasaba inadvertido... Y al ratito nomás lo vimos al loco volviendo a la carga con los vasos preparados... y esta vez ella estaba sola y su cuidado extremo hizo que lograra llegar a ofrecerle el vaso... y ella, que era toda una dama, lo aceptó con una sonrisa, pero mostraba su incomodidad ante la cercanía del loco que estaba decidido a que la chica lo oliera sí o sí... no sabemos que pasó, ni cual fue el diálogo... pero en un momento vimos el enojo de ella, casi el fastidio y las ganas de meterle terrible cachetada, pero solo decidió a irse embroncada dejándolo al loco solo, sonrojado y muy, pero muy caliente... nosotros -por supuesto- no podíamos parar de reír.
El enojo del loco se transformó en un justo reclamo: "Che, dogor, esto es una mierda... no funciona... es una cagada"
"Pará loco", interrumpió el dogor, advirtiendo que el narigón Pino venía a ver que pasaba, "seguro que te equivocaste en algo ¿estás seguro que le diste el vaso con pastilla?"
"¿Que pasa? preguntó el narigón recien llegado
El loco le contó los sucesos y el narigón, que era más grande de edad que nosotros y se hacía el re canchero pero se le notaba que tenía menos calle que gatito de departamento, le dijo que para comprobar que las pastillas fueran buenas había que rasparlas contra el pavimento y tenían que sacar chispas... quedaba sólo una pastilla y estaba ya la decisión tomada de hacer la prueba cuando todos se fueran. Dos horas después, siendo más o menos la una de la mañana, el narigón tomó la pastilla que le entregó el loco. Se hincó sobre el pavimento, apoyó la pastillita y la apreto con el dedo indice de su mano derecha... nos pidio que nos corriéramos y dijo mirándonos desde allí abajo con voz pausada... "si saca chispas, es buena"... y le pegó una raspada tan fuerte que deshizo la pastilla de manera inmediata y le siguio el dedo contra el pavimento arrancándole a él un pedazo de piel y una puteada y a nosotros terribles carcajadas... pero esto no termina aquí... hay más... pero lo dejo para otro relato.

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